Javi empezó con los 3K en enero. Cuando lo dejaron en su primer día, Javi lloró mientras papá lo saludaba. Pero cuando papá lo recogió unas horas más tarde, estuvo feliz y hablador todo el camino a casa. Al segundo día, la hora de dejar al niño era tan feliz como la de recogerlo, y parece haber robado el corazón de sus profesores y terapeutas. Continúa con las terapias para alcanzar sus hitos, y a menudo demuestra que no se le puede subestimar.
Javier nació con el síndrome de Down y una atresia esofágica de largo recorrido. Pasó sus primeros 81 días en la UCIN, donde le estiraron el esófago y lo unieron a su estómago. Cuando cumplió un año, fue trasladado en un vuelo médico al hospital infantil de Boston y se le practicó otra operación para tratar las complicaciones. Hoy en día, consume la mayor parte de su alimentación diaria por sí mismo.
A Javi le encanta bailar, leer libros, bañarse y “nadar”. Le sigue gustando jugar al cucú y se divierte mucho cuando la gente finge que se duerme para que él la despierte. Saluda y lanza besos allí donde ve a otras personas, las conozca o no. Encuentra formas adorables de expresarse y es un pequeño jamón adorable. Hace que sea difícil estar de mal humor cuando estás con él.
Javi tuvo un comienzo difícil en la vida, pero ahora está prosperando y es el niño más feliz que se pueda imaginar. Su madre, Shelli, dice: “Miramos a este pequeño y nos sentimos agradecidos de tenerlo en nuestras vidas. Ahora mismo no nos cansamos de él y es emocionante pensar en lo que le espera.”