Zoe lleva siete años participando en la danza con sus compañeros, incluidos todos ellos. La tratan como a todos los demás miembros del cuerpo de baile: sin sombras, sin comodidades, sin equipo especial. Es el único lugar donde todo el mundo ve a una bailarina, no a una niña que necesita ayuda extra porque tiene síndrome de Down mosaico. Este año se ha pasado al hip hop. Ahora practica jazz, claqué y hip hop, lo que ha puesto a prueba su resistencia.