A Gabriella “Gabby” Gibson le gusta aparecer con una sonrisa plena, un abrazo siempre dispuesto y un par de gafas de sol al revés puestas con confianza. Gabby no sólo ve el mundo de otra manera, sino que invita a los demás a verlo también así.

Gabby tiene un diagnóstico de autismo. A lo largo de su viaje, sin importar los retos, Gabby brilla. Su risa puede derretir el estrés y su calidez levanta incluso los días más duros. Saluda a un extraño y hace un nuevo amigo con cada una de sus sonrisas. Es generosa, amable, inteligente y maravillosamente única.

Hay algo especial en la forma en que Gabby experimenta el mundo. Su familia dice que ella ayuda a los demás a hacer lo mismo, ofreciendo una perspectiva fresca y hermosa de la vida. “Gabby no rehúye los retos”, dice su madre. “Lo intentará una y otra vez hasta que haya vencido su miedo o superado lo que se interponga en su camino”. Este impulso llevó a uno de los momentos de orgullo de su madre: hace sólo un año, Gabby llevaba casi dos años de retraso en el desarrollo del habla. Hoy, se ha puesto al nivel de sus compañeros y está superando las expectativas.

A Gabby le encanta la playa, jugar con muñecas, disfrazarse y acurrucarse cerca de su madre. Ella aporta un nuevo significado a la vida de su madre: le da un propósito más profundo, mayor paciencia y una versión totalmente nueva de la felicidad.

Mirando al futuro, su familia ve un camino singularmente brillante por delante. Tanto si florece como artista, bailarina o algo totalmente inesperado, su esperanza es que abrace sus diferencias y cree una vida llena de alegría, creatividad y amor propio.

Conocer a Gabby es ser testigo de la resistencia y la belleza en estado puro. “Ella es la definición de las gafas de color de rosa, aunque estén al revés”, dice su madre. “Ella ve lo mejor de todos y de todo”.