Stephen nunca deja de alegrar los días de sus amigos y familiares. Siempre está dispuesto a echar una sonrisa o una mano y tiene un gran sentido del humor. Le encanta escuchar música, encontrar el significado de las letras y jugar a todo tipo de juegos, desde las cartas hasta la Xbox.
El espíritu compasivo de Stephen le ha llevado a ser voluntario en su iglesia para supervisar a los niños más pequeños en el área de Amigos Especiales. También es cinturón negro de primer grado de Tae Kwon Do y toca la batería. Espera poder irse a vivir por su cuenta algún día.
Stephen no se define por su diagnóstico de síndrome de Down, subraya su madre. Es como cualquier otro adolescente, buscando su lugar en el mundo. Buscando constantemente formas de hacer del mundo un lugar mejor, tiene un futuro brillante y seguramente marcará una diferencia duradera en su comunidad y más allá.