Porsche es un rayo de sol que alegra a todos los que conoce. Con sus dulces abrazos, su brillante sonrisa y su cariñosa personalidad, tiene una forma especial de darle la vuelta incluso a los días más duros. Adora a su hermano mayor y quiere hacer todo lo que él hace, ya sea jugar al aire libre, pescar, nadar o ayudar en la cocina. Si hay música, puede apostar a que ella estará aplaudiendo, cantando y bailando con él.

Porsche nació por cesárea de urgencia cuando los médicos descubrieron que venía de nalgas. También nació con una luxación congénita de rodilla, lo que significa que sus rodillas crecían hacia atrás. Poco después de su nacimiento, las pruebas genéticas confirmaron que tenía síndrome de Down. Durante meses, Porsche se sometió a enyesados semanales de las piernas para corregir suavemente la posición de sus rodillas. A esto le siguieron rodilleras para ayudar a estabilizar sus piernas. El bajo tono muscular hizo que las cosas fueran más difíciles, y no fue capaz de sentarse por sí misma hasta los 16 meses. Pero nada detiene a Porsche: dominó el gateo de oso a la velocidad del rayo y empezó a trepar por todo lo que tenía a la vista. Ahora da pasos con creciente confianza.

Cada hito, como la primera vez que se sienta, dice “mamá” y “papá” o da sus primeros pasos, es una victoria que merece la pena celebrar. La familia de Porsche es su mayor escuadrón de animación, asegurándose de que tiene todas las oportunidades para prosperar. Ella es la luz en sus vidas, siempre feliz, siempre cariñosa y siempre dispuesta a enfrentarse al mundo con una sonrisa.