La risa contagiosa de Jacob, su amor por los abrazos y los besos y su capacidad para alegrar incluso el día más duro recuerdan a quienes le rodean que deben apreciar los momentos más sencillos de la vida. Su personalidad despreocupada y enérgica brilla en todo lo que hace, desde jugar con juguetes que emiten sonidos hasta disfrutar de palomitas de maíz y Canada Dry ginger ale.

Nacidos prematuramente a las 25 semanas, Jacob y su hermano gemelo Matthew llegaron al mundo en Nochebuena. A pesar de muchos retos -incluida la pérdida de audición, las operaciones para implantes cocleares, una extirpación de cataratas, parálisis cerebral, retraso global del desarrollo y un diagnóstico de autismo- Jacob ha desafiado todas las expectativas.

“Nos dijeron que nunca sería capaz de sentarse, levantarse o andar sin ayuda”, dijo su madre. “Ahora, Jacob corre, escala e incluso participa en las Olimpiadas Especiales, donde ha ganado el primer y el segundo puesto en los últimos tres años”.

El progreso y la determinación de Jacob son fuentes constantes de inspiración para su familia. Ya sea caminando por primera vez por el suelo del gimnasio del instituto Buford, tomando la iniciativa de alimentarse por sí mismo o ganando medallas, Jacob sigue sorprendiendo y asombrando.

Jacob ha cambiado a su familia de manera profunda, enseñándoles sobre el amor incondicional, la paciencia y la capacidad de recuperación. “Jacob es una bendición de Dios”, dice su madre. “Nos ha enseñado a protegernos, apoyarnos y querernos”.

En cuanto al futuro, la madre de Jacob sueña con que aprenda a hablar y siga desarrollando habilidades para la vida que le conduzcan a una mayor independencia. Con cada hito, Jacob demuestra al mundo que su potencial es ilimitado.