Dylan tiene un carisma único que hace reír a su familia. Abraza, ayuda y da mucho amor a todos los miembros de la familia. Es un niño travieso con una inteligencia superior que habla, lee y entiende dos idiomas y puede estar trabajando en un tercero.
Dylan tiene un diagnóstico de autismo y TDAH. Desarrolló el habla tarde, pero una vez que empezó a hablar, nunca dejó de hacerlo. Le fascinan los coches y puede nombrar todas las marcas. Le encanta coleccionar logotipos de coches, comer salchichón y nadar.
Un chico maduro y responsable, Dylan ayuda a su madre
con muchas tareas domésticas. Su madre, Yolanda, ve un futuro prometedor para su hijo.
A Jonathan le encanta jugar con su tableta y comer espaguetis. Le gusta ir a cualquier sitio con agua. Su mamá está muy orgullosa de él por ir feliz a la escuela, cumplir siempre con las metas y avanzar en las calificaciones.
Aunque Jonathan no es verbal, irradia paz y amor por la vida con su sonrisa. En sus nueve años ha superado muchos retos con sus diagnósticos de autismo y síndrome de Phelan-McDermid -una rara condición genética que causa retrasos en el desarrollo y el habla, problemas de comportamiento y una capacidad debilitada o de sentir dolor o sudor. Ha alcanzado hitos que los médicos dijeron que nunca alcanzaría, incluido el de caminar. Hoy en día, le encanta caminar, correr y saltar.
A Yolanda le gustaría que el mundo entendiera que sus hijos y otros niños con discapacidades quieren lo que todos queremos: ser aceptados y ser felices. “Quiero enseñar al mundo que los niños con discapacidades o capacidades diferentes son seres de luz, que vienen a este mundo para hacerlo más interesante y más divertido”.